José Barta; 3 de febrero 2015
El principal argumento para justificar la Reforma Laboral fue la necesidad de que este tipo de relaciones se ajustara a las “leyes del mercado”, argumentos similares han servido para privatizar la educación (yo hubiera entendido mejor la defensa de la libertad de opción de las familias, pero no ha sido este el argumento principal sino el de los costes), la sanidad, la promoción de grandes proyectos urbanísticos, la liberalización de energía eléctrica, del gas, del agua, y en definitiva de todo aquello que hasta ahora había servido al bien común de los ciudadanos, prestándoles servicios imprescindibles.
Los imperativos del mercado, y la ineludible responsabilidad de las acciones y compromisos contraídos, han sido los justificantes para no frenar los desahucios de viviendas, los embargos de nominas, cuentas corrientes, etc.
Estamos viviendo en una sociedad en la que el libre mercado se ha convertido en dogma, cuasi religioso, que se debe respetar por todos…¿por todos? No, la Banca se encuentra al margen de estas leyes, los Bancos son ajenos a las mismas, con el apoyo de los poderes políticos, en una simbiosis que ha crecido en beneficio reciproco de ambas partes.
“Lo que es bueno para los bancos es bueno para la economía”, y por ende para toda la sociedad; este es el principio que los mencionados colectivos han argüido para justificar el cambio de paradigma, por el cual toda ayuda a los bancos se ve plenamente justificada, así como la eliminación de normas Administrativas y Contables que son de obligado cumplimiento para el resto de las empresas, como la correcta valoración de los créditos a las inmobiliarias incursas en proceso de acción concursal, o auto otorgarse financiación preferente en la venta de los inmuebles propios, sin con esto perder los beneficios fiscales característicos de la actividad bancaria, siendo esta una práctica que atenta por completo contra la libre competencia, ya que los mismos van en detrimento de la financiación de aquellos que desean adquirir inmuebles que no forman parte de dichas carteras.
Los actuales titulares del negocio bancario han conseguido que se creen todo tipo de barreras de entrada a la iniciativa social, desprestigiando y dificultando el desarrollo de pequeñas entidades locales, así como de nuevas cooperativas financieras.
Durante años nos vendieron la idea de que no resultaba necesaria ninguna regulación específica, dado que los propios mercados se autorregulaban. Este fue el punto de vista de Alan Greenspan, al que cito como máximo exponente de esta corriente. Esta afirmación ha quedado completamente desautorizada.
Actualmente están consiguiendo que el incremento de las normas regulatorias, sirva realmente para mejorar su posición dominante, habiendo visto reforzando el respaldo incondicional de las instituciones responsables de su control y supervisión, como está sucediendo con las últimas medidas adoptadas por el BCE, que no cesa de aportarles recursos, sin que llegue a “exigir” ningún tipo de resultado (medidas como la bajada espectacular de los costes del dinero, el incremento espectacular del mismo, hasta la compra de la Deuda Pública en manos de esas mismas entidades), dado que los mismos no llegan en similares condiciones a la economía de las familias y de las pequeñas empresas, que son las grandes perjudicadas al día hoy.